Una de miniseries: Carlos


En mi infinito interés por ampliar horizontes, y categorías, trataré de ocuparme de las miniseries algo más extensamente de lo que lo hice la última vez, y les dedicaré un post a cada una de las pequeñas e inclasificables creaciones que sin embargo podemos encontrar en la categoría de miniseries o películas para la televisión de cualquier entrega de premios del medio. Digo inclasificables porque «inauguro» la sección con «Carlos», un producto que pasó como película por el Festival de Cannes pero que esta humilde servidora se ha visto en tres capítulos de más dos horas cada uno. Sí, ya lo sé, si empezamos así….

Porque quizá lo que menos me ha agradado es el formato en el que se ha versionado una historia que cuando termina hace que te preguntes porqué no se mereció ser una serie con todas las letras, o porqué no fue una película al uso. Y prescindir de la ¿primera y la tercera parte? No, no se puede, como es innecesario tener al personal seis horas frente a la pantalla. Tampoco tiene a su favor el argumento. Aunque los espectadores son avisados al comienzo de cada capítulo de que el rigor histórico sólo se ciñe a un episodio de la vida del por todos conocido Chacal, la historia del revolucionario terrorista venezolano no es nueva en los guiones del cine y la televisión.

Pero Carlos, bajo dirección del directo Olivier Assayas y de producción franco-germana, merece la pena por varias razones y hasta los críticos supieron verlo y la premiaron en los últimos Globos de Oro. A su cuidada recreación histórica de los setenta y ochenta, tanto en su fondo como en su forma, se une una meticulosa fidelidad «idiomático-espacial» que lleva a los actores a hablar en ocho idiomas diferentes en otros tantos lugares del mundo. Y muy especialmente a quien se ocupa de encarnar al protagonista, el también venezolano Edgar Ramírez, que ejecuta una de esas interpretaciones que no se olvidan en mucho tiempo.

La pasión, la locura y la lucidez de un tipo entregado a causas que en muchas ocasiones tenían un precio, su falta de respeto a la autoridad, su compromiso y sus ganas de revolucionar la esfera política mundial son interpretadas por el apuesto Ramírez con un realismo y un compromiso impropios de productos casi menores. Otra cosa es que el propio terrorista se dirigiese al actor para «comentarle» su opinión acerca de la recreación, y obviamente no fuese amistoso.

Así que mi consejo es que se animen, si el argumento les atrae, y se lo tomen con calma. Como ya quedó dicho las miniseries tienden a inspirarse en la Historia y esta muchas veces no es agradable. Pero Carlos tiene momentos que muchas películas quisieran para sí. Y merece la pena.