Querida Lady Violet, Condesa Viuda de Grantham:


Antes que nada solicito a vuesa excelencia que el refinamiento y los modos de la aritocracia británica terminen aquí porque tanta finura y tanto refinamiento me son impropios. Y todos sabemos que usted maneja formas no tan finas como cabría esperar. Le escribo masticando el (casi) último capítulo de esta mágnifica segunda temporada que ha finalizado con las dosis de culebronismo testadas en la primera temporada. A falta de ver el episodio especial de Navidad, del que espero una vuelta de tuerca más, y más bien pocas respuestas, Downton Abbey ha avanzado a gran velocidad, expandiendo sus tramas y haciéndolas interesantes, sin perder ritmo y provocando en el espectador el deseable «gusanillo» del capítulo siguiente.

Nada de todo esto habría sido igual sin tu presencia, querida, ya que en cada escena, en cada diálogo, los espectadores esperamos, a veces con ansia, que pongas la puntilla, que llames la atención, que digas lo que todo el mundo piensa pero nadie dice, o lo que todo el mundo sabe pero da por supuesto. Tu desconocimiento de esas festivas jornadas llamadas fin de semana hizo que muchos nos fijásemos en ese peculiar carácter de dama de alta alcurnia que se ha pasado la vida tomando té, asistiendo a aburridos almuerzos y comentando frivolidades con amigas y enemigas. A medio camino entre la ignorancia y el puro descaro, eres la personificación de esa clase alta arrogante e inculta a la que sólo le preocupan sus posesiones y su vida social. Si a ello le sumamos lo complejo de la época en la que se desenvuelve, tenemos una mujer a la que su veteranía le aleja de todo aquello que huela a modernidad y le permite expresar cualquier idea, por inconveniente que sea.

Todo ello lo hemos vivido mientras comenzaba y terminaba la I Guerra Mundial, las clases sociales se difuminaban, las preocupaciones se volvían reales y el amor trataba de muy diferentes maneras a cualquiera de sus nietas. Además la sombra de la herencia volvía a tambalearse, los críados miraban más allá de las lujosas cuatro paredes en las que trabajaban y las intrigas se multiplicaban. Con la tercera temporada confirmada, somos muchos los que esperamos ya el regreso de las aventuras de la familia Crowley, que quizá sin quererlo se han convertido en la viva imagen del culebrón de época modernizado, que perdona el discutible dramatismo a cambio de bellas ambientaciones, interesantes historias y personajes trabajados.

Hasta entonces, querida mía, me plantearé revisionar la serie, en caso de que a mi vida le falte dramatismo, o me refugiaré en gifs tan geniales como éstos, vídeos con los que recordar tu socarronería y frases que haré mías tales como «Soy una mujer, (Mary) puedo ser tan contradictoria como me plazca», «Somos  aliadas querida, lo cual puede ser mucho más efectivo» y «No seas derrotista querida, es muy de clase media». Cuídese, y haga el favor de no gastar su sentido del humor sin que sus fans estemos presentes.

3 comentarios en “Querida Lady Violet, Condesa Viuda de Grantham:

  1. Reconozco que me costó hacerme con esta mujer. En la primera temporada no estaba entre mis personajes favoritos, y ahora veo el error que cometí. Es un escándalo, es una maravilla, todo lo que dice merece aparecer en una camiseta, o en una de esas tazas de merchandising tan fabulosas con las series. Lo que diría ella sólo con lo que acabo de escribir 😉

  2. Lady Violet es uno de los pilares de Downton y encima es divertida y carismatica. Sus frases son sabias e ingeniosas, pero sus miradas matan jajajaj muchas veces, ni necesita hablar, sus ojos lo dicen todo!

  3. Me encanta Lady Violet. Es una actriz de primerísima con una cara de lo más expresiva. Es todo un gozo cada vez que aparece en escena.

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